sábado, 16 de octubre de 2010

ESE DIOS TAN HUMANO

El Dios hecho hombre, el Jesús profundamente humano es algo que debemos recuperar para contactar y alcanzar al joven postmoderno.

En Juan 11:35 leemos, Jesús se echó a llorar. ¿Por qué Jesús lloró ante la tumba de su amigo? Él sabía que tan sólo en cuestión de minutos iba a resucitarlo y Lázaro volvería a la vida y disfrutaría nuevamente de la relación con sus hermanas y, también, con el mismo Jesús.
Lloró porque se sintió tal y como indica el mismo pasaje, profundamente conmovido, esa es la respuesta normal de cualquier ser humano ante la pérdida de una persona querida. Es humano llorar ante el dolor y no olvidemos que, ante todo y sobre todo, Jesús era total y absolutamente humano y como tal reaccionó.

JESÚS ESE DIOS TAN HUMANO

Jesús fue un ser humano como tú y como yo. Juan 1:12, nos indica que Dios se hizo ser humano y vivió entre nosotros. Jesús fue tan humano, como cualquier otro hombre, estuvo sujeto a las limitaciones del tiempo y el espacio, sufrió el cansancio físico, espiritual y emocional tal como tú y yo lo experimentamos.
De hecho, el Maestro experimentó la más humana de todas las experiencias, el dolor y la muerte. Hebreos 4 muestra como Jesús ha experimentado todas nuestras pruebas. Experimentó el dolor físico y la muerte. Pero la Biblia también nos indica que experimentó tremendo dolor emocional y espiritual, baste para ello recordar la experiencia de Getsemaní, justo antes de ser apresado.

Los pasajes de los evangelios están salpicados de expresiones que nos muestran la intensa vivencia emocional de Jesús ante el dolor, la enfermedad y la miseria humana en general; fue un incomprendido por su generación. No sólo por la inteligencia religiosa de su época, sino también por sus propios amigos y familiares. Jesús experimentó el ser traicionado, abandonado por sus seguidores y amigos en el momento de más necesidad y angustia. Sufrió, como tantos de nosotros los prejuicios raciales. Los samaritanos le negaron auxilio en momentos de necesidad. También experimentó el ser juzgado y condenado por sus opiniones religiosas y no querer bailar al son de la música que tocaban los “espirituales” de la época. Fue tachado de relacionarse con la gente de la peor calaña.

Nos cuesta pensar en Jesús teniendo la urgencia de hacer sus necesidades. Al Maestro roncando, estornudando o bostezando. ¡Mucho menos enfermo! Nos suena casi blasfemo pensar en nuestro Dios de este modo tan vulgar. Sin embargo así fue Jesús, tan humano, tan radical y auténticamente humano como tú y como yo. Incluso fue tentado. ¿Cuántas veces más fue tentado Jesús?

¿Qué otro tipo de tentaciones experimentó? ¿Tuvo tentaciones sexuales? Si Jesús fue totalmente humano podemos pensar que pudo sufrir cualquier tipo de tentaciones. Cualquiera que yo he sufrido él la pudo sufrir.
Sólo existe una dimensión de la experiencia humana que Jesús no vivió, ¡Y gracias a Dios por ello, pues lo califica para ser nuestro salvador! El pecado. Hebreos 4:14-16- indica que, excepto el pecado ha experimentado todas nuestras pruebas.

Así es, donde Adán falló, Jesús triunfó. Sin embargo, Jesús no experimentó el pecado, no porque potencialmente no pudiera, sino porque decidió obedecer y pudo resistir la tentación.

UN DIOS QUE PUEDE ENTENDERTE E IDENTIFICARSE CONTIGO

Porque Jesús ha sido humano como tú y yo, es por lo que la Biblia puede afirmar en Hebreos, Pues no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, excepto el pecado ha experimentado todas nuestras pruebas. No importa lo que yo pueda sentir, pensar, vivir, desear, sufrir, Jesús lo puede entender total y perfectamente. No existe absolutamente ninguna dimensión de la experiencia humana que nosotros podamos estar atravesando que él no pueda entenderla y sentirse identificado con la misma.

Hay pensamientos, actitudes, tensiones, situaciones, motivaciones, omisiones y acciones que nos hacen sentir derrotados, hundidos, sucios, miserables, indignos, avergonzados, despreciables. Sin embargo, nada de esto toma por sorpresa a Jesús. Ha participado de nuestra degradación y miseria y, por tanto, puede comprender, puede sentirse identificado y, lo que es más importante, puede sentir y mostrar compasión por nosotros.

Piensa por un momento en ti mismo. Todos nosotros tenemos y vivimos lo que yo he dado a llamar “áreas oscuras”. Puede tratarse de hábitos, motivaciones, adicciones, pensamientos, valores, pautas de conducta, etc. Cosas de las que te sientes avergonzado. Cosas que te hacen sentir sucio e indigno delante de Dios y que Satanás se encarga de recordarte una y otra vez, especialmente en aquellas situaciones estratégicas que requieren de ti santidad, entrega, dedicación. Disculpa, pero he de decirte que nada de eso le suena extraño o lejano porque él entiende cuán difícil, compleja y delicada es la experiencia humana. No olvides que estuvo allí y, a excepción del pecado, lo experimentó.

No me malinterpretes. No estoy diciendo que le quite importancia. Jesús no le quita gravedad a tu pecado. No hace que lo incorrecto parezca correcto. No justifica lo que haces o dejas de hacer. No afirma que no tiene importancia y consecuencias. Jesús afirma que entiende, que comprende, que puede sentirse identificado con tu realidad y que desde esa comprensión puede trabajar contigo, si así lo deseas, para cambiarla.

Afortunadamente, nuestro Salvador ha sido como uno de nosotros y, por eso, porque entiende, porque puede identificarse, podemos acercarnos a Él con plena confianza.

DIOS QUE TE PERMITE ACERCARTE CON CONFIANZA

Hebreos dice, Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Lo que el autor de Hebreos viene a decir es que Jesús puede mostrarse compasivo con nosotros debido a que ha sido como uno de nosotros y, en esa condición, ha sufrido todas las pruebas que nosotros hemos sufrido; si Jesús no hubiera pasado por nuestra experiencia no podríamos acercarnos a su trono de gracia con plena, total y absoluta confianza, sin ningún miedo a ser destruido o consumido. Sabiendo que siempre serás bienvenido.

EL DIOS QUE TE QUIERE AYUDAR

Hallar gracia para el oportuno socorro. Te acercas y recibes del Dios que ha sido humano el oportuno socorro. Estamos ante el trono y escuchamos este diálogo, “Tranquilo Félix, yo sé cuán dura, compleja y difícil es la experiencia humana. No lo olvides, yo he estado allí. Lo que cuentas es serio y grave, no voy a engañarte al respecto, pero puedo entenderte y no dejo de amarte. Ahora, si quieres, vamos a trabajar para
superar esta situación. Puede llevar tiempo, puede ser doloroso, pero juntos lo vamos a hacer”.

Es precisamente esta situación de seguridad ante Jesús la que nos permite la libertad para afrontar el cambio tantas veces como sea necesario, una y otra vez, porque siete veces cae el justo y siete se levanta y porque Jesús enseñó que debemos perdonar setenta veces siete.

Hay tres aplicaciones que quisiera dejar contigo.

Primera: Jesús te concede el derecho a ser un ser humano. Te conoce tal y como eres, puede identificarse contigo, puede comprender tu situación, cualquiera que esta sea, El puede entenderte, comprenderte y compadecerse. Esto te da la posibilidad y el privilegio de ser genuino y honesto contigo mismo.

Segunda: puedes acercarte a Jesús con honestidad, de forma transparente y genuina. Además, recuerda que puedes volver a ese trono una y otra vez. No hay miedo de ser rechazado. Siempre vas a encontrar la misma respuesta y actitud de parte de Jesús.

Tercera: debes mostrar a otros la misma gracia, comprensión e identificación que Jesús muestra hacia ti. El reconocimiento de tu miseria te ayudará a ser más compasivo con la miseria de otros. Al aprender a vivir con tu humanidad, un derecho que Jesús te ha dado, podrás vivir con la humanidad de otros y mostrarte compasivo y ofrecer, cuando esté a tu alcance, el necesario socorro.
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by :  Felix Ortiz

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